Cuando nuestra relación pasa la etapa “Color de Rosa”, el flechazo de Cupido se va diluyendo y salen a luz cosas que antes no habíamos visto en nuestro amado. Más precisamente, defectos que a larga pueden volverse insoportables y causar algo más que una pelea de novios.
Tampoco es para que dramaticemos con el asunto o nos creamos “Doñas Perfectas” porque todos tenemos cosas que no son del agrado de los demás y hay que poner en práctica lapaciencia y el buen humor (sobre todo si de cuidar un romance se trata).Pero sí llega un punto en que aparte de la buena disposición necesitamos añadirle un toque de emoción a nuestro noviazgo -que la rutina de los horarios y obligaciones hace más difícil- o simplemente aparecen en el camino otras cosas y personas que hacen cambiar lo que hasta hace poco sentíamos por el susodicho.
Si mientras pasa la confusión y el sentimiento de culpa nuestros momentos de romance caen en el aburrimiento, es mejor poner un “hasta aquí” a la relación para no darle largas a algo que no tiene futuro.
“Romper los palitos del amor” es una tarea más delicada de lo que parece. No se trata de evitar a la persona hasta que se esfume por sí sola -cosa por demás irreal- ni de gritarle que ya no la queremos más. Por lo menos por la relación que nos ha unido hay que darle la noticia procurando herirla al mínimo (es imposible no salir lastimado).
“Al mal paso, darle prisa” y por esto hay que reunir valor aceleradamente y acordar unareunión sin el típico “tenemos que hablar de algo muy importante”, porque nuestro novio sospecharía lo que vamos a decirle y podría tratar de evitar el encuentro.
Por supuesto, la conversación tiene que ser en persona. No hay nada peor que cortar a alguien por mail, mensaje al celular o una rápida llamada telefónica (y el resentimiento que puede ocasionar).
No es para que nos mandemos con un larguísimo discurso, pero antes de ir al grano siempre es bueno admitir nuestros propios errores y luego explicar la verdadera razón del término de la relación. Si es muy fuerte, podemos decirla con palabras más sutiles, aunque sin irnos “por las ramas”.
Ya que los gritos, lágrimas, insultos e intentos de “darse una nueva oportunidad” son de esperarse, es aconsejable despedirnos lo más pronto posible sin insinuar que podemos “ser amigos” ni aceptar ese tipo de propuestas que más tarde que temprano tienen efectos contraproducentes. Tomar distancia, al menos hasta que se hayan “calmado las aguas”, es lo mejor que podemos hacer en estos casos.
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